¿Cómo prevenir y solucionar casos de ciberbullying en centros educativos?
En los últimos años, con el uso exponencial de las redes sociales por distintos grupos etarios, ha cobrado relevancia el término cyberbullying o acoso virtual.
Se refiere a la intimidación o maltrato entre personas dentro del mundo digital. Es un modo de violencia en donde se acosa, amenaza, desprestigia, molesta o maltrata a la víctima utilizando a internet como escenario para el abuso.
A diferencia del bullying escolar, una característica del acoso virtual es que suele ser anónimo debido a la facilidad de crear perfiles falsos, lo cual favorece su repetición sistemática.
De acuerdo con un estudio realizado por UNICEF a niños entre 11 y 17 años, la seguridad digital de los jóvenes cada vez es más importante debido a la hiperconectividad a la que están expuestos (Unicef, 2021).
42% de los jóvenes que navegan en la web ha recibido contenido erótico o sexual, 52% ha aceptado invitaciones de amistad por parte de desconocidos, y un 21% ha accedido verse con personas que no conoce (Unicef, 2021).
El acoso virtual interfiere no solo en el tejido social, también repercute en el aprendizaje, la socialización y la construcción de la identidad del afectado.
En un artículo de la revista Expansión, se señala que en México el 41% de los padres reporta que sus hijos padecen ciberbullying. Según el medio, la forma de ciberacoso más frecuente es la relacionada con el aspecto físico (Guarneros, 2022).
Aunque dentro de las redes sociales existen herramientas para reportar las prácticas abusivas, la mayoría de las víctimas no denuncian por desconocimiento o motivos de pena o vergüenza.
45% de los jóvenes mexicanos ha recibido comentarios agresivos por aspectos relacionado con su cuerpo, su forma de vestir o su estilo de vida. El 71% de las víctimas han hablado del ciberacoso con sus amigos; sin embargo, han ocultado el tema a sus padres (Guarneros, 2022).
Un estudio de McAfee revela que el índice de acoso cibernético en México es del 41%, cifra que supera el promedio mundial de 32% (Guarneros, 2022).
A partir de las cifras anteriores, se hace evidente la necesidad de que en cada colegio exista una perspectiva amplia sobre el tema, ya que prevenir y actuar contra el cyberbullying requiere de acciones en 3 esferas: psicológica, pedagógica y legal.
De cada situación particular dependerá la serie de acciones que se requieren para poder atender y erradicar el problema. Es fundamental que los directivos tomen acciones firmes y decididas para combatir este tipo de violencia que daña la experiencia de los estudiantes y afecta a la imagen del colegio.
En México, desde noviembre del 2019 se aprobó la Ley Olimpia para visibilizar la ciberviolencia, particularmente por almacenar, compartir, reproducir o exponer públicamente audios o videos de contenido sexual sin el consentimiento de la persona afectada.
Según datos estadísticos publicados por el El Frente Nacional para la Sororidad y Defensoras Digitales en México, 95 de cada 100 víctimas de violencia en internet son mujeres (Jabbour, 2022).
En el contexto educativo mexicano, cada región tiene su propio reglamento de educación pública y aún no se cuenta con una ley que brinde uniformidad respecto al uso y regulación de los teléfonos inteligentes en los centros educativos.
Desde un punto de vista pedagógico, es posible optar por otros modos de regulación grupal e individual sin recurrir a la prohibición. Pues, a nivel educativo, el uso de tecnologías también favorece el desarrollo académico, social y emocional de los estudiantes.
¿Cómo prevenir el ciberbullying en centros educativos
1. Incorporar una visión interdisciplinaria (pedagógica, psicológica y legal) para prevenir y atender casos de violencia digital
Aunque la mayoría de las veces, el ciberbullying se realiza fuera del contexto escolar, la escuela tiene la responsabilidad de contribuir (junto con la familia) en la mejora integral del alumno favoreciendo la socialización y la sana convivencia.
El alumnado no solo asiste al colegio para aprender contenidos académicos, también acude para reforzar los valores aprendidos desde casa.
Existen ocasiones en la que el acoso virtual se propicia a partir de la convivencia en el aula; en el peor de los escenarios, en presencia de los profesores, quienes necesitan tomar una postura clara respecto a lo que se permite y no en el salón de clases y cualquier espacio compartido del colegio.
Desde el punto de vista pedagógico, es ineludible acompañar al alumno en su uso de la tecnología, para que ésta sea lo más responsable posible.
La responsabilidad digital incluye ser conscientes de las consecuencias que generan los mensajes que publicamos, y desarrollar estrategias de comunicación asertiva para transmitir nuestras ideas y opiniones sin vulnerar los derechos de otros.
Es a partir del desarrollo de habilidades que conciernen a la inteligencia emocional, que el alumnado pueda contar con otras posibilidades y formas para externar lo que siente. En lugar de recurrir a comentarios ofensivos y violentos, puede optar por otras vías para hacer frente a los conflictos.
Definitivamente, lo legal asiste a estas posibles soluciones dependiendo de la gravedad de la situación. Un paso previo a ello es actuar en el centro educativo basándonos en un reglamento interno donde las pautas de convivencia positiva queden bien establecidas, así como los valores que busca fortalecer la institución.
En mi experiencia educativa y clínica, puedo decir que cuando falla la autoridad al interior del colegio, es cuando más necesaria se hace la intervención legal. De ahí que propongo ser cuidadosos al momento de tomar decisiones que conciernen a esferas tan complejas.
2. Contar con un Programa de Prevención y Atención al ciberbullying
En este tipo de programas se incluyen procesos informativos y de sensibilización para padres y madres de familia, a fin de que conozcan la diversidad de funcionalidades que sus hijos pueden dar a las redes sociales.
Los medios sociales tienen un gran peso en la construcción de la identidad, lo cual es sumamente importante en la etapa adolescente y preadolescente. Sin embargo, existen implicaciones negativas que pudieran ocurrir en caso de no atender situaciones a tiempo o no contar con una alianza sólida entre colegios y familias.
Dicho programa también requiere incluir aspectos como el desarrollo de habilidades para una inteligencia emocional que le permita a los estudiantes afrontar conflictos de una manera más sana, así como fortalecer el sentido de pertenencia por medio de otras vías como la solidaridad, la empatía y el trabajo en equipo.
Por último, pero no menos importante, el personal docente necesita recibir, desde un inicio y de manera continua, capacitación en torno a la forma en que puede alentar una convivencia sana en el aula.
Algunos docentes y alumnos pueden fungir como embajadores del bienestar emocional y, entre otras cosas, capacitarse en la prevención del ciberbullying y el bullying.
3. Promover un uso regulado y responsable de la tecnología y redes sociales, en lugar de prohibirlas
Buscar erradicar un problema mediante la prohibición de los teléfonos inteligentes es una solución reduccionista, pues no propicia en los estudiantes el desarrollo del pensamiento crítico necesario para hacer frente a aquello sucede en el microcosmos que es la escuela y que, a futuro, será el trabajo u otro contexto social.
Sin satanizar a la tecnología, podemos recurrir a conferencias o foros de discusión sobre la importancia del uso responsable de las redes sociales y el impacto que éstas tienen en la construcción de la identidad.
4. Fortalecer la inteligencia emocional en el alumnado y el personal docente
Recomiendo contar con intervenciones grupales sobre Inteligencia emocional adaptadas a cada sección educativa con el fin de discutir, dialogar y proponer nuevas soluciones frente a escenarios retadores de la vida cotidiana.
Estas acciones pueden ser de gran beneficio para el alumnado, mitigando el efecto masificador que tiene el participar de insultos y bromas hacia otros, generando mayor conciencia sobre el impacto de esto en la autoestima.
La apuesta es crear conciencia en el contexto educativo sobre la importancia de conocer y usar herramientas tecnológicas a favor del pensamiento crítico, la comunicación asertiva y el cuidado de la información personal.
Los dispositivos móviles son una gran herramienta para el aprendizaje y la socialización siempre y cuando sean utilizados desde un lugar de respeto y cuidando de nosotros mismos y de los demás.
Referencias
Jabbour, Ginger (2022) 95 de cada 100 víctimas de violencia digital son mujeres. Revista Expansión.
Guarneros Olmos, Fernando (2022) En México, 41% de los padres reportan que sus hijos padecen ciberbullying.
Unicef (2021) Mantener seguros a niñas, niños y adolescentes en internet.