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Foto del escritorAarón Rosette

Colegios privados en crisis poscovid

Actualizado: 9 mar 2023

Las consecuencias económicas de la pandemia afecta a los colegios privados.

Una escuela abandonada y destruida

Como consecuencia de la pandemia generada por el COVID-19, las escuelas incorporaron las clases en línea.


Muchas lo hicieron como alternativa temporal para poder seguir laborando, sin embargo, otras lo hicieron con la intención de ampliar de manera definitiva su catálogo de servicios educativos.


La crisis de salud ha obligado a los colegios a adaptarse a una nueva realidad, pero eso no implica que todos estén dispuestos a diversificarse.


Al final, las instituciones que se queden cruzadas de brazos esperando a que todo regrese a la “normalidad”, estarán muy por detrás de aquellas que sí se hayan preparado para cambiar su oferta educativa.


El futuro será más benevolente para las instituciones que hayan sido proactivas, y más difícil para aquellas que hayan sido reactivas.


Si bien al principio todos fuimos reactivos porque nadie estaba preparado para la pandemia, a un año de distancia podemos ver las consecuencias de haberse o no adaptado al mundo digital.


Aún existen colegios que no cuentan con sitios web y desconocen las posibilidades que ofrece el marketing digital para captar alumnado.


Esos son los colegios que están en mayor riesgo de desaparecer, pues depende al 100% de la presencialidad para captar interesados.


Un mujer con cubrebocas frente a una laptop
La captación se volcó a los medios digitales

Los colegios solo pueden afrontar las crisis de tres maneras: renovándose, innovando o siendo disruptivos.


Con la “renovación”, tomamos ideas de la competencia para mejorar nuestros servicios o promociones. El problema de la renovación es que el público lo percibe como una respuesta a lo que otros hacen.


Con la “innovación”, el colegio invierte en modernizar sus instalaciones, ampliar sus recursos tecnológicos o incrementar sus servicios (nuevos cursos o talleres, u otras licenciaturas).


La mayoría de las instituciones educativas apostaron por la innovación como medida de emergencia.


Sin embargo, no basta con adquirir equipos de cómputo o pagar por plataformas de aprendizaje en línea, lo más importante es cambiar el chip de directivos, docentes y alumnos para ver con otros ojos la nueva realidad.


Hubo colegios que nunca se molestaron en preparar a sus docentes para impartir clases en línea. Y como consecuencia, se trasladaron los mismos rituales del aula a las videoconferencias.


El resultado es palpable: clases aburridas en las que el alumno no encuentra motivación para escuchar al docente, y prefiere distraerse en redes sociales. Padres de familia que, al ver el desinterés de los hijos, cuestionan la calidad del servicio que están pagando.


Una persona con cubrebocas en un salón de clases vacío
La pandemia ha transformado el concepto de "Educación"

La ventaja de ser disruptivo


Sin embargo, contados colegios decidieron enfrentar la pandemia a través de la “disrupción”, que es la tercera vía para enfrentar las crisis.


En la disrupción, las instituciones educativas se atreven a diversificarse para entrar a nuevos mercados o nuevas categorías.


La “disrupción” no es fácil, pero es el punto al que debería aspirar cualquier escuela que busque mantenerse en la mente de las personas y sobrevivir a los imparables cambios.


Las organizaciones disruptivas son aquellas abiertas a nuevas ideas, que no están casadas con una forma de hacer las cosas. Que son capaces de reinventarse constantemente para no envejecer.


Una mujer con cubrebocas se ve preocupada
Durante la pandemia, México llegó al primer lugar mundial en estrés laboral

No todas las escuelas pueden ser revolucionarias, porque no todo el mundo se atreve a correr riesgos.


Es más cómodo sentarse a esperar a que la realidad cambie, que ponerse a trabajar para transformarla.


En México, fuimos testigos de como muchos colegios privados trataron de presionar a las autoridades para obligar a un regreso de clases presenciales, lo cual, junto con el mal manejo de la pandemia en términos sanitarios, nos hubiese conducido a un mayor desastre.


Para ser disruptivos, los colegios deben romper sus propios esquemas con una cultura de análisis de datos que le permita dar seguimiento tanto a las tendencias (corto plazo) como a las megatendencias (largo plazo).


Hoy más que nunca, las escuelas deben luchar fuertemente para permanecer en el mercado.


El panorama es poco alentador no solo para las instituciones privadas, también las organizaciones públicas deberán enfrentar la consecuencia de una economía en crisis y los inevitables recortes presupuestales.


Debemos entender que las cosas no volverán a ser como antes. Si los colegios no se suben al tren de los servicios digitales y no preparan a su personal para entender este nuevo lenguaje, sus servicios quedarán obsoletos y perderán valor.


La disrupción se vislumbra como la única vía de supervivencia. De lo contrario, veremos más colegios cerrar sus puertas en los meses venideros.


Una buena forma de saber qué tanto estás preparado para la crisis es responder las siguientes preguntas:


¿Tu institución educativa está dispuesta a transformarse y reinventarse?


¿Están diseñando nuevos productos y servicios en la llamada “nueva normalidad”?


¿Cuentan ya con un plan de marketing para enfrentar la crisis económica?



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