Puntos clave:
La positividad tóxica es un optimismo extremo que ignora problemas reales y reprime emociones negativas.
Se manifiesta al minimizar problemas, desalentar el feedback, crear una cultura de silencio, y fomentar un optimismo superficial.
Sus consecuencias incluyen desmotivación del personal, estrés, baja calidad educativa y ambiente escolar y laboral negativo.
Es crucial identificarla mediante una autoevaluación honesta y tomar medidas para fomentar un entorno saludable y abierto.
Mantener una actitud positiva es una herramienta poderosa. Sin embargo, cuando este optimismo se lleva al extremo y se convierte en una negación constante de los problemas reales, entra en juego la positividad tóxica.
¿Qué es la positividad tóxica y cómo se manifiesta en colegios?
La positividad tóxica, o el positivismo extremo, se refiere a la imposición de una actitud forzadamente positiva, donde se tiende a generalizar un estado de felicidad y optimismo sin importar las circunstancias, lo que lleva a reprimir nuestras emociones “negativas” (Blasco, 2020).
Este tipo de positivismo, en lugar de ser un impulso para avanzar, se convierte en un obstáculo que impide el desarrollo saludable de una institución educativa.
Esta actitud puede surgir cuando los directivos, en su afán por mantener un ambiente motivador y optimista, descartan o minimizan las preocupaciones legítimas de personal, profesores, estudiantes y familias.
Síntomas de positividad tóxica en colegios
Estas son algunas señales de alerta de que tu colegio padece de positividad tóxica.
Minimización de problemas evidentes
En un ambiente de positividad tóxica, es común que los problemas evidentes sean minimizados o incluso ignorados.
Por ejemplo, si un maestro reporta problemas recurrentes con la disciplina en clase, en lugar de recibir apoyo y estrategias para mejorar la situación, puede recibir respuestas como “todo está bien, solo necesitas ser más tolerante”.
Este tipo de respuesta no solo es frustrante, sino que también invalida las experiencias del maestro y no ofrece soluciones concretas.
Desaliento del feedback constructivo
Otra manifestación de la positividad tóxica es el rechazo o la desvalorización del feedback constructivo.
En algunos colegios, expresar preocupaciones o sugerencias para mejorar puede ser percibido como una falta de lealtad o compromiso con la institución.
Los directivos que adoptan esta postura pueden considerar cualquier crítica como un ataque personal o una amenaza a la armonía del colegio.
Esto crea un ambiente donde los problemas se ocultan en lugar de abordarse, y donde el personal teme expresar sus verdaderas opiniones.
Creación de una cultura de silencio
Cuando la positividad tóxica se instala, puede llevar a la creación de una cultura de silencio, en la cual, las personas pueden sentirse incapaces de expresar preocupaciones reales, ya que temen ser etiquetados como “negativos” o “problemáticos”.
Esto no solo sofoca la innovación y la mejora continua, sino que también puede conducir a la acumulación de problemas no resueltos que, con el tiempo, afectan gravemente el funcionamiento del colegio.
Fomento de un optimismo superficial
El resultado final de la positividad tóxica es el fomento de un optimismo superficial que no permite un análisis profundo de la realidad.
Este tipo de optimismo no resuelve los problemas, sino que los encubre, lo que puede llevar a la desmotivación y al cinismo entre el personal.
Cuando todos fingen que “todo está bien” pese a la existencia de problemas evidentes, se corre el riesgo de que los miembros de la comunidad escolar pierdan la fe en el liderazgo y en la misión de la institución.
Consecuencias de la positividad tóxica en la comunidad escolar
La positividad tóxica, aunque puede parecer inofensiva o incluso beneficiosa a corto plazo, tiene consecuencias graves y duraderas para la comunidad escolar.
Impacto en el personal
Cuando se instaura una cultura de positividad tóxica, los maestros y el personal administrativo pueden comenzar a sentir que sus preocupaciones no son válidas o que no tienen un espacio seguro para expresar sus inquietudes.
Esto puede llevar a varias consecuencias negativas:
Desmotivación: La sensación de que sus voces no son escuchadas puede generar una falta de compromiso y una disminución en el rendimiento laboral.
Aumento del estrés: Al no poder hablar abiertamente sobre los problemas o recibir el apoyo necesario, el personal puede experimentar altos niveles de estrés.
Rotación de personal: En un entorno donde la positividad tóxica predomina, es probable que los empleados busquen oportunidades en otras instituciones que valoren más la comunicación abierta y la resolución de problemas.
Impacto en los estudiantes
Aunque la positividad tóxica puede no parecer un problema directo para los estudiantes, sus efectos se sienten de manera significativa en su experiencia educativa.
Algunos de estos efectos son:
Calidad educativa comprometida: Si los problemas que afectan a los maestros, no se abordan debido a una cultura de positividad tóxica, la calidad de la educación que reciben los estudiantes puede verse gravemente afectada.
Ambiente escolar negativo: Los estudiantes pueden sentir que no tienen un espacio para expresarse libremente, lo que puede afectar su bienestar emocional y su rendimiento académico.
Desconexión con la realidad: En colegios donde prevalece la positividad tóxica, los estudiantes pueden aprender a evitar enfrentar los desafíos del mundo real.
Impacto en la cultura institucional
A nivel institucional, la positividad tóxica puede erosionar la cultura de la escuela de formas sutiles pero profundas. La cultura de una institución es el conjunto de valores, normas y comportamientos que guían a su comunidad.
Algunas consecuencias a nivel institucional son:
Pérdida de credibilidad: Si la comunidad escolar percibe que los directivos no están dispuestos a enfrentar los problemas, puede generar una desconexión entre la administración y el resto de la comunidad.
Inmovilidad institucional: La negación de problemas reales impide la innovación y el cambio. Sin un reconocimiento honesto de los desafíos, es difícil implementar mejoras significativas que permitan a la institución avanzar.
¿Cómo identificar la positividad tóxica en un colegio?
Para identificar si la positividad tóxica está presente en tu colegio, es útil realizar una autoevaluación honesta.
Responde de manera sincera las siguientes preguntas:
¿Se escuchan y abordan las preocupaciones del personal y los estudiantes de manera abierta y sin prejuicios?
¿Existen mecanismos para recibir y responder a críticas constructivas sin represalias?
¿Las comunicaciones oficiales reflejan una imagen realista del estado del colegio o solo destacan los aspectos positivos?
¿Se toman medidas concretas para resolver los problemas que se identifican?
¿El ambiente de trabajo es colaborativo y transparente, o se percibe tensión y desconfianza?
Estas preguntas puede proporcionarte una visión más clara de si la positividad tóxica está afectando la gestión de tu colegio.
Identificar las señales de advertencia es el primer paso para corregir el rumbo y crear un ambiente más saludable y productivo para todos los miembros de tu comunidad educativa.
Te animamos a compartir tus experiencias, preguntas o ideas en los comentarios y a explorar otros recursos en nuestro blog para seguir mejorando tu liderazgo educativo.
Referencias
Blasco, L. (2020, diciembre 10). Qué es la positividad tóxica y por qué puede ser una trampa. BBC. https://www.bbc.com/mundo/noticias-55185708
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