Como directivo, debes tomar decisiones acertadas frente a alumnos “difíciles”.
En el ambiente educativo, los profesores suelen tener en su mente los nombres de aquellos alumnos que les dan “dolores de cabeza”, derivado de su mal comportamiento en el aula.
Es en el salón de clases donde se gestan las experiencias de aprendizaje más significativas, pero también los peores momentos en el proceso de aprendizaje.
Los problemas de disciplina, que generan situaciones difíciles y tensas para tus profesores, generalmente tienen su origen en la desmotivación o falta de interés por el aprendizaje.
¿Qué puedes hacer como directivo frente a casos de alumnos conflictivos?
Antes de entrar, como autoridad del colegio, a la sinergia de etiquetas hacia un alumno tachándolo de “difícil” “indisciplinado” o “desobediente”, resulta útil considerar varios factores para poder entender la situación desde un lugar más estratégico.
Como cabeza principal de tu institución, deberás tomar decisiones que beneficien al aprendizaje del alumno y la armonía de la dinámica del trabajo educativo. Es por ello que te presento una serie de recomendaciones que pueden marcar la diferencia al momento de entender y enfrentar estas tensiones al interior de la escuela.
Consejos para que los directivos traten con estudiantes conflictivos
Haz una valoración integral del alumno
Primero, es necesario tomar en cuenta que las relaciones humanas son tan diversas como lo son los conflictos que de ellas pueden derivarse. Es imposible eliminar de toda relación interpersonal las diferencias, roces y tensiones.
Sin embargo, cuando se trata de un alumno resulta valioso considerarlo no solo como alguien que debe ir a la escuela a aprender y poner atención, sino valorar la situación del estudiante a nivel personal, familiar, de salud, entre otros factores.
Lo más común y “fácil”, es caer en el enojo derivado de un “desinterés” que, entre muchas comillas, muestra un alumno a los ojos de un docente.
No te quedes únicamente con la versión del profesor
La escuela es un espacio que funge como un microcosmos de la sociedad y ofrece al alumno la posibilidad de obtener diversas miradas respecto a lo que ocurre en el mundo y en el cual coexisten diversas formas de pensar, vivir y de ver cada situación.
En este sentido, el colegio representa una posibilidad formativa para la solución de conflictos y el manejo de situaciones difíciles, en donde se consideren los puntos de vista de todas las partes involucradas.
Como directivo, tienes que escuchar lo que todas las partes sienten y opinan, eso incluye a otros alumnos, padres de familia, psicólogos educativos y, por supuesto, los profesores.
No justificar conductas indebidas del estudiante solo porque este vive una situación complicada
Es necesario hacer énfasis en el papel que tienen los colegios como transmisores de la ley y autoridad para todos los alumnos, pues tener tal o cual situación en la vida personal no justifica faltas de respeto explícitas o de cualquier índole que se torne violenta o agresiva, ni contra el profesor ni contra sus compañeros de clase.
Como directivo o líder de sección resulta complejo maniobrar con todos los frentes que involucran el contexto educativo, es decir, docentes, alumnos y padres de familia; particularmente si la mayoría de estos conflictos y situaciones tensas derivan del aula.
Dado que es imposible eliminar dichas tensiones, resulta imperante atenderlas a fin de reducir su intensidad, duración y severidad, principalmente a fin de que el proceso de aprendizaje del alumnado no se vea interferido, que es el punto clave de todo centro educativo.
Estrategias directivas para resolver tensiones con alumnos conflictivos
Aquí te dejo varios aspectos que pueden serte valiosos para abordar este tipo de situaciones y lograr un cambio positivo en alumnos conflictivos.
El área de psicopedagogía es clave para un entendimiento más amplio de la situación del alumno
Es recomendable contar con un equipo del área de Psicología/Psicopedagogía que te permita como directivo entender el tipo de decisiones que más benefician al alumno en términos de socialización, límites y proceso de aprendizaje. Apoyarte de expertos es clave para que dichas decisiones estén bien fundamentadas, y vale decir, personalizadas.
Un error muy común es tener un reglamento que, sí o sí se quiera hacer valer sin considerar las circunstancias del alumno. Eso, lejos de ayudar, irá en detrimento de su aprendizaje.
Un psicólogo u orientador, tendrá un panorama más amplio sobre la dinámica que se juega en el aula, es decir, conoce tanto la personalidad del alumno, como la del docente. Esto es pieza fundamental al momento de tomar una decisión estratégica sobre algún acto de indisciplina, más aún si ha escalado hacia agresiones o temas más graves.
El psicólogo u orientador también posee información muy valiosa sobre la dinámica familiar y esto es crucial para poder pensar de otro modo las manifestaciones a nivel comportamiento y académicas que surjan en el alumnado.
Ofrecer a los docentes capacitación en Inteligencia emocional en el aula
Este concepto introducido por Daniel Goleman cobra total sentido a la hora de hablar de solución de conflictos en cualquier relación interpersonal.
Muchos de los problemas con alumnos que solemos etiquetar de “difíciles”, atañen más a la labor del docente frente al aula, que a algún aspecto emocional del alumno.
Aunque claro, no queda descartado el hecho de que haya personalidades diversas que para algunos sean más afines que para otros.
Hay que considerar que dentro de la capacitación docente debes incluir tanto estrategias de aprendizaje centradas en el alumno como desarrollo de inteligencia emocional para manejo de situaciones difíciles. Esto hará la labor del docente más enriquecedora.
El profesorado necesita sentir que cuentan con las habilidades técnicas, así como habilidades blandas o soft skills, para resolver conflictos de manera favorable, establecer una relación colaborativa con los alumnos y producir soluciones pedagógicas.
Informarte a detalle sobre lo acontecido
Como directivo, es crucial saber con precisión desde cuándo se ha gestado el conflicto en cuestión, cómo han actuado las partes involucradas y cómo esperan los involucrados que esto se resuelva.
En muchas ocasiones, los alumnos con comportamiento difícil pueden darnos grandes enseñanzas y buenas sorpresas sobre su forma de resolver aquello en lo que fueron partícipes, llevándose a proponer soluciones muy aterrizadas de acuerdo con su edad.
Brindar clases centradas en el aprendizaje del alumno
Una las quejas más frecuentes de los profesores es que el alumno no presta atención a las actividades o que no trabaja en clase, llegando incluso a mostrar una actitud retadora o provocadora que cuestiona la autoridad del docente.
Contrario a lo que comúnmente se piensa, el hecho de que un alumno preste atención a una clase y la considere importante, no radica en el tema o en el alumno per se, sino en la dinámica que el docente establezca dentro el aula.
El enfoque educativo de aprendizaje basado en el alumno es crucial para poner orden en el aula y hacer que el objetivo principal sea que el estudiante aprenda y con ello sea protagonista de su propio aprendizaje.
Los docentes con frecuencia perciben los conflictos como indisciplina o falta de respeto hacia su clase y con ello existe una percepción de amenaza hacia su autoridad. Esto sucede tanto en docentes con vasta experiencia, como en quienes van iniciando su trayectoria en este ámbito.
Contar con un reglamento claro y detallado, así como tener claridad en los aspectos cada posible situación.
En mi experiencia, he constatado que contar con un reglamento de clase alineado a los valores de la institución es sumamente valioso y da seguridad a los docentes; sin embargo, también necesitamos que todo el personal docente esté alineado al mismo.
El reglamento debe darnos claridad en cada uno de los aspectos que podrían definirse caso por caso. Esto último es tan delicado como redituable, pues no se trata de tener un reglamento “de papel”, que pueda modificarse ante cada situación o mucho menos uno que, a ojos de los alumnos, “no sirve” o “no se cumple”.
La finalidad de un buen reglamento es que funja como base para regular el comportamiento grupal y actitudinal, y adicional a esto pueda adecuarse en algunas circunstancias a aspectos académicos y personales de cada alumno.
Contar con un comité de disciplina
Siguiendo el punto anterior, también resulta valioso contar con un comité de disciplina que facilite la toma de decisiones basadas en el bienestar del alumno, especialmente en casos de indisciplina grave. El comité también debe abordar aspectos específicos como algún diagnóstico o condición particular del estudiante.
Este grupo de expertos necesita estar conformado por gente altamente confiable. No se necesita que cada miembro sea un psicólogo o un orientador, al contrario, enriquece mucho más la toma de decisiones el que haya personas seleccionadas de manera estratégica.
Aunado a los puntos antes mencionados, también vale resaltar que no únicamente los alumnos con comportamiento difícil necesitan remitirse constantemente a los valores del centro educativo; también los docentes y el personal administrativo lo requiere.
En ocasiones, es por actitudes del personal que no se transmiten los mensajes con congruencia sobre cómo lidiar con personalidades que tienden a ser un tanto disruptivas o complicadas.
Por último, hay que señalar que se requiere un trabajo conjunto entre escuela y familia, por tanto, es vital actuar de forma coordinada para transmitir al alumno consistencia entre sus actos y las consecuencias que de ellos se derivan.
Entender un comportamiento “difícil” desde diversos ángulos será crucial para un devenir sano en la forma de establecer vínculos y resolver diferencias.